Conócete a ti mismo, conquista los mercados: cómo conocer estos tres sesgos de comportamiento pueden ayudar al éxito de una inversión
Quantitative Investments
Cuando tienes una habitación repleta de personas, todas gritándote, y no hay nada que puedas hacer para ayudarles, la situación acaba siendo intimidante. Eso era una tarde normal de fin de semana para mi colega cuando estaba en la universidad. Trabajaba en un bar de estudiantes en la década de 1990 y el Sindicato de Estudiantes había invertido en un nuevo sistema de tarjeta de pago. En aquel entonces era una idea genial: una sola tarjeta, nada de dinero en efectivo, bastaba con cargar dinero en la tarjeta y pagar todo con ella. La nueva tarjeta se promocionó a bombo y platillo; todos los estudiantes recibieron una y les animaron a utilizarla… y lo hicieron. Solo hubo una pega.
Y es que la cosa no funcionó. Bueno, cuando sí lo hacía, las ventanillas de caja tenían que cerrar porque tardaban varios minutos en procesar cada operación. Pero, ¿qué tiene esto que ver con los sesgos de comportamiento?
En lugar de adoptar un sistema sencillo y permitir pagar con efectivo en el bar, el Sindicato decidió invertir en más equipos lectores de tarjetas. Por desgracia, el resultado fue una sobrecarga aún mayor del sistema, tiempos de procesado más largos y más gritos todavía.
Este es un ejemplo de sesgo de comportamiento llamado "falacia de los costes irrecuperables" y, en ocasiones, Texas Hedge: ¿Te quemas? Más leña. En lugar de reconocer una mala decisión y acortar las pérdidas, inviertes más, con la esperanza de que mejoren las cosas. Cuando se da esta situación, es probable que la causa sea un sesgo de comportamiento natural. Nuestro cerebro racional dice una cosa, pero nuestro cerebro emocional dice la contraria y, en tiempos de estrés, evitar activadores emocionales es casi imposible.
Para los inversores, los sesgos conductuales son, por lo general, perjudiciales para el proceso de decisión. La única forma de eliminar los sesgos, en nuestra opinión es transferir las decisiones de inversión a modelos informáticos automatizados, que, por su condición, carecen de emociones. En particular, los inversores deberían utilizar modelos sistemáticos para decidir la asignación de activos.
En este artículo examinamos los tres sesgos conductuales que, a menudo, resultan costosos para los inversores y los modelos sistemáticos que pueden utilizarse para evitar esos sesgos y generar rentabilidades constantes a largo plazo.
1. Sobrecarga de información
Todos tenemos que hacer frente cada día a una sobrecarga de información. Cuando abres el correo electrónico del trabajo, el torrente de noticias e información que entra es apabullante. Por otro lado, sin embargo, necesitamos imperiosamente disponer de información para nuestro proceso de decisión y ahí entra en juego nuestro temor a perdernos algo.
Por desgracia, los humanos no estamos diseñados para manejar grandes volúmenes de datos, aunque el mundo parezca hecho para inundarnos con ellos. La gente no hace presentaciones de PowerPoint aptas para consumo humano, con solo tres puntos básicos y ya está, y es raro que los autores organicen sus tesis en una lista simple (como esta, por cierto). Estamos hechos para asimilar unos cuantos datos, procesarlos en nuestra cabeza y, después, tomar una decisión. Cuando nos encontramos ante un número enorme de variables, podemos acabar arrastrados por un exceso de confianza, un defecto que resulta perjudicial para la rentabilidad de las inversiones.
Detengámonos un momento en cómo el factor de exceso de confianza se comporta en los estudios científicos y veamos luego cómo los ordenadores superan a los humanos cuando aumenta el número de variables.
En un estudio sobre el proceso de decisión en el sector del capital riesgo, Zacharakis y Shepherd descubrieron que el 96% de los profesionales del capital riesgo adolecían de exceso de confianza y que este exceso afectaba negativamente a la precisión en la toma de decisiones. Según el estudio, uno de los factores que provocaba ese exceso de confianza era la cantidad de información que los profesionales utilizaban. “Cuando es mucha la información disponible, las personas no suelen analizarla toda (aunque crean que lo hacen). Por ello, más información crea mayor seguridad, pero también una menor precisión en las decisiones.”
Nuestra tendencia al exceso de confianza unida a nuestra incapacidad para procesar largas series de datos no afecta a los ordenadores de la misma manera. Para los humanos, una manera de mejorar el proceso de decisión es concentrase en unos pocos conjuntos de datos clave; pero esto no es así para los ordenadores. Si en los seres humanos la precisión predictiva no mejora con un mayor volumen de datos, con los ordenadores ocurre lo contrario. Por ejemplo, un modelo informático sistemático puede ayudar a comprender la sensibilidad de los mercados de capital a variables económicas clave.
La clave para superar este sesgo conductual es adoptar un enfoque sistemático y por sistemático entendemos un enfoque estructurado para el análisis de datos similar a cómo los pilotos repasan la lista de comprobación antes del vuelo. Sin embargo, las series de datos económicos contienen tanta información que no cabría en una hoja de comprobación a nivel humano. Por el contrario, los ordenadores son, por definición, sistemáticos y capaces de manejar volúmenes considerables de datos de una manera estructurada.
La información es fundamental en todo proceso de toma de decisiones; sin embargo, en aquellos procesos complejos que requieren un gran volumen de datos la capacidad de la mente humana para tomar decisiones precisas no mejora con la recepción de más información, que, al contrario, lo que hace es provocar un exceso de confianza en las decisiones. Este sesgo conductual puede corregirse de dos maneras: o centrándonos en unos pocos conjuntos de información clave o utilizamos inteligencia artificial y programas informáticos capaces de utilizar un enfoque sistemático no obstaculizado por sesgos humanos para el manejo de grandes series de datos.
2. Parálisis temporal
Pelea o huye: estos comportamientos reflejos han mantenido a los seres humanos con vida a lo largo de su evolución. Nuestro instinto animal innato nos ordena matar a lo que tenemos delante o bien correr como Usain Bolt para alejarnos lo más posible de la amenaza. Pero, ¿solo son estos dos? ¿No hay otro comportamiento que surge de manera instintiva en ciertas situaciones? Tenemos el de pelear, el de huir y… el de quedarnos paralizados. Muchos animales, incluidos los seres humanos, se quedan paralizados en situaciones de estrés. ¿Es por incapacidad para manejar este estrés o es, quizás, un mecanismo de defensa de nuestro ADN?
Quizá sea mejor que dejemos este tema a los científicos y los estudiosos. No obstante, en lo que sí podemos estar todos de acuerdo con respecto a la inversión es que muchos inversores se quedan paralizados en los momentos de ventas masivas de títulos, incapaces de realizar cualquier acción que, en una situación normal, resultaría sencilla. Por ejemplo, creo que este valor puede ser muy beneficioso si cayera un 20%, así que voy a dar orden de compra. Al contrario, los inversores a menudo se quedan paralizados ante un giro imprevisto de los acontecimientos, incapaces de reaccionar. Esta parálisis temporal, si bien es posible que nos haya ayudado a los humanos a hacernos invisibles ante los depredadores hace miles de años, es un obstáculo para la buena toma de decisiones cuando se trata de invertir.
La historia nos ha demostrado que la parálisis temporal en condiciones de fuerte estrés en el mercado es un sesgo extremadamente difícil de superar, incluso para inversores experimentados. Sin embargo, es precisamente en épocas de grandes caídas cuando salen a la luz los buenos negocios. Permanecer en un estado de ánimo que te impide reaccionar, aun cuando la evidencia te diga que debes hacerlo, puede resultar caro para una cartera.
La inversión activa a menudo requiere aplicar un axioma ya antiguo que dice que hay que comprar cuando otros tienen miedo y vender cuando están eufóricos. Con la utilización de un modelo activo y automatizado puede corregirse el sesgo conductual de la parálisis temporal. Un modelo informático no siente miedo; funciona solo con datos. Esta falta de temor da lugar a un enfoque activo que puede operar con un nivel alto de convicción: cuando el modelo recibe una señal, no duda: actúa de inmediato. La inversión activa consiste en superar al índice de referencia y conviene recordar que si siempre eres neutral nunca batirás al índice.
Con la programación de estrategias de inversión activa en un modelo informático, los inversores pueden superar el sesgo humanos de parálisis temporal y abrir su cartera beneficiándose de los casos de retroceso en el mercado.
3. Anclado en la primera impresión
¿Recuerda cómo era viajar? ¿Salir de vacaciones al extranjero? Ya sabe, esas cosas que hacíamos antes de que el coronavirus nos mantuviera confinados. Imagine ahora un mundo sin restricciones para viajar, en el que pueda volver a ir de vacaciones sin temor al contagio.
Planificar las vacaciones y viajar al destino elegido nos permite experimentar sentimientos positivos. Uno de los grandes placeres de viajar es todo el trabajo previo de planificación: mirar en Google y buscar un lugar con mucho sol en el que pasar nuestras vacaciones de verano; algún sitio cálido y cerca de la playa para tumbarnos sin más bajo los rayos del sol, leyendo un libro apasionante o simplemente escuchando como las olas golpean en la orilla. Seguro que encuentra algunas imágenes espectaculares de Chania, en Grecia, y se entusiasma inmediatamente con la idea, pero como es del tipo diligente, quiere investigar un poco más. Y, naturalmente aún falta convencer a la familia de que es una buena elección.
Bien, está seguro de tener un montón de buenas razones para hacer el viaje. A su otra mitad le gusta la buena comida: no hay problema. TripAdvisor recomendará una multitud de maravillosos restaurantes para satisfacer cualquier paladar. La gente menuda pide un viaje a un parque acuático, con grandes toboganes; tampoco hay problema. Se convence de que los precios van a estar baratos este año y, encima, su visita ayudará a la recuperación de la economía local. Recibirá mucho y hará una buena obra. Hay un sinfín de motivos excelentes para reservar allí las vacaciones. Este es un ejemplo de cómo funciona el sesgo "anclado en la primera impresión": encontrar una información y después ir recopilando datos en apoyo de ese primer resultado.
Este sesgo funciona muy bien porque, por mucho que queramos creer que somos pensadores racionales, los humanos no lo somos: cuanto más fuerte es la emoción, más desplaza el pensamiento racional. Las campañas publicitarias hacen un gran uso de la primera impresión, activando una emoción y haciendo que esa emoción se afiance en nosotros anclada al producto que nos están vendiendo.
La permanencia de esa primera impresión es también evidente en nuestras creencias. Por ejemplo, en política, las opiniones de las personas sobre temas de actualidad suelen formarse sobre la base de creencias ya existentes. Lo vemos actualmente con Internet y las redes sociales, que le suministran información basada en sus intereses previos. El problema de este sesgo es que crea burbujas de información en las que solo se recibe una clase determinada de información, previamente filtrada. Así podemos perdernos información importante.
El sesgo del anclaje nos resulta a los seres humanos extraordinariamente difícil de eliminar. Medios y publicidad hacen uso de este sesgo para proporcionar información que probablemente le motive a actuar. Pero, cuando se trata de invertir, los se puede utilizar algoritmos para suprimir el anclaje, reconociendo por un lado información que puede estar sesgada y, por otro, obteniendo información de una amplia fuente de datos. Cuando se dejan a un lado las emociones, es posible tomar decisiones racionales.
No hay que tocar el modelo
¿Recuerda ese bar de estudiantes y esa tarjeta de pago que no había funcionado? El bar siguió perdiendo dinero y la comisión encargada de gestionarlo perdió las siguientes elecciones. Una de las primeras decisiones de la nueva comisión fue deshacerse del sistema de tarjetas y volver al dinero en metálico y las tarjetas tradicionales. La primera comisión no consiguió avanzar por el lastre de sus primeras decisiones, y los nuevos miembros, en cambio, pudieron tomar nuevas decisiones sin la carga de errores previos.
“Cuando las circunstancias cambian, cambia mi forma de pensar. Y usted, ¿qué hace?” es una cita que suele atribuirse al economista John Maynard Keynes (aunque no hay evidencia concluyente de que dijera tal cosa). Como hemos visto, debido a nuestros sesgos cognitivos, la mayoría de los seres humanos no cambiarán de idea cuando cambien las circunstancias, simplemente harán que encajen en la opinión que ya tienen formada.
Solo un modelo informático que sea sistemático y activo y esté libre de emociones puede suprimir los sesgos cognitivos del proceso de decisión. Evidentemente, son seres humanos los que crean esos algoritmos, y por eso en ocasiones, cuando el mercado se vuelve loco y echa a andar por una senda distinta de la nuestra, mis compañeros y yo nos preguntamos si deberíamos tocar el modelo.
Así sucedió hace muy poco, en 2019, cuando nuestro modelo indicaba que debíamos ir largos en renta variable, aunque muchos participantes del mercado veían demasiado caras las acciones. Ahora, echando la vista atrás, 2019 resultó un buen año para mantener posiciones largas en renta variable, a pesar de las caídas abruptas de las valoraciones. Y precisamente, porque sabemos que estos algoritmos están específicamente diseñados para eliminar las dudas y las reacciones de miedo que provocan los sesgos cognitivos, dejamos siempre el modelo en paz.